El sector del transporte de mercancías en Estados Unidos atraviesa un periodo particularmente complicado, caracterizado por una caída marcada en la demanda, una producción reducida y una actividad manufacturera que continúa en terreno contractivo. Lo que muchos analistas esperaban que fuera un segundo semestre de estabilización se ha convertido en un escenario de incertidumbre prolongada que afecta tanto a las flotas como a los fabricantes de equipos pesados. La esperada normalización de los pedidos de camiones y remolques no se materializó y, en su lugar, el mercado ha mostrado señales claras de un rendimiento muy por debajo de lo previsto.
Durante los recientes informes de ganancias del tercer trimestre, ejecutivos de algunas de las empresas más grandes del sector utilizaron un lenguaje inusualmente directo para describir un entorno debilitado. La expresión que mejor sintetiza el panorama actual proviene de varias conferencias telefónicas: una tendencia subestacional que se prolonga más de lo habitual, presionada por la incertidumbre arancelaria y macroeconómica. El transporte de carga, históricamente sensible a los cambios en la política comercial y en la actividad industrial, se encuentra hoy atrapado entre una demanda débil y un clima económico difícil de anticipar.
La sombra de los aranceles y la incertidumbre política
La política arancelaria de Estados Unidos, sumada a un entorno global frágil, ha golpeado a la actividad fabril durante ocho meses consecutivos. Lo que en un principio parecía un ajuste temporal se ha convertido en una tendencia sostenida de desaceleración. Las palabras de los ejecutivos de las flotas reflejan claramente la gravedad del momento.
Adam Miller, director ejecutivo de Knight-Swift Transportation Holdings, resumió el sentir del sector al destacar la ausencia de un repunte tradicional entre el tercer y cuarto trimestre. Normalmente, el cierre del año trae consigo una temporada alta marcada por el incremento del comercio minorista y el movimiento de mercancías. Sin embargo, este año no ha habido señales de ese comportamiento estacional. La demanda simplemente no ha reaccionado.
En el segmento de fabricación de motores, la situación es aún más dramática. Mark Smith, director financiero de Cummins Inc., fue contundente al afirmar que la contracción en los pedidos de camiones es la más pronunciada que se ha visto en décadas, a menos que se compare con una recesión generalizada. La caída ha sido tan fuerte que muchas plantas se han visto obligadas a reducir producción y ajustar turnos ante la falta de nuevos pedidos.
El optimismo se enfría y las flotas se preparan para meses difíciles
Las expectativas de mejora para finales de año se han ido diluyendo. Muchos en la industria esperaban que la clarificación de la política comercial, los recortes en las tasas de interés y las medidas regulatorias impulsadas por la administración Trump generaran un alivio para las flotas. Pero ninguno de estos factores ha logrado traducirse en un estímulo tangible.
Mark Rourke, director ejecutivo y presidente de Schneider, anticipó que estas condiciones poco favorables persistirán durante el resto del año, una señal clara de que las empresas están ajustando sus expectativas a un horizonte menos optimista de lo previsto.
El transporte de mercancías continúa siendo un indicador adelantado de la salud económica del país. Cuando las empresas manufactureras reducen pedidos, los camiones transportan menos. Cuando el consumo se desacelera, la carga disminuye. Y cuando la incertidumbre política se intensifica, las inversiones en nuevos activos como camiones, remolques y equipos se aplazan. Hoy, todos esos factores están ocurriendo simultáneamente.
La manufactura profundiza su contracción
Los datos publicados por el Institute for Supply Management (ISM) respaldan los comentarios de los ejecutivos del sector. La encuesta más reciente confirma que el índice manufacturero se contrajo por octavo mes consecutivo en octubre, prolongando una tendencia que preocupa tanto a economistas como a operadores logísticos.
A pesar de una ligera mejora respecto al mes anterior, los cuatro indicadores principales de demanda del ISM nuevos pedidos, exportaciones, cartera de pedidos e inventarios de clientes permanecen por debajo del umbral de 50 puntos que indica contracción. Estos datos son consistentes con los testimonios recogidos entre fabricantes y transportistas, quienes aseguran que el impacto de los aranceles continúa reduciendo el flujo de mercancías.
Susan Spence, presidenta del Comité de Encuestas de Negocios de Manufactura del ISM, destacó que más de la mitad de los panelistas atribuyen la debilidad de la demanda directamente a las tensiones comerciales y la incertidumbre económica del país. La fricción comercial no solo afecta a las exportaciones; también ralentiza la producción nacional, reduce la inversión y genera fluctuaciones en la cadena logística.
El cierre del gobierno añade otra capa de tensión al sector
A este entorno ya cargado de incertidumbre se suma el impacto del reciente cierre del gobierno federal, que comenzó el 1 de octubre. Aunque muchas noticias se centraron en el caos en los aeropuertos, los efectos fueron mucho más profundos en el ámbito del transporte. Varias flotas que operan para agencias como el Departamento de Defensa informaron de una disminución en los envíos hacia finales de octubre, un reflejo de la paralización temporal de contratos, autorizaciones y actividades gubernamentales esenciales.
Para un sector que depende en gran medida de la continuidad operativa y la predictibilidad, estos retrasos añaden un peso adicional sobre un mercado que ya opera bajo presión.
El transporte de mercancías enfrenta un momento decisivo. La conjunción de factores como la incertidumbre arancelaria, la contracción manufacturera, la debilidad en la demanda y el impacto del cierre del gobierno han configurado un entorno financiero más frágil del esperado. A pesar de que algunos indicadores apuntaban a una recuperación gradual, la realidad es que el mercado sigue bajo presión, y tanto flotas como fabricantes ajustan sus estrategias ante un escenario más prolongado de debilidad económica.
Los próximos meses serán cruciales para determinar si el sector logra estabilizarse o si la desaceleración continuará extendiéndose hacia 2026. Por ahora, el mensaje desde las empresas líderes es claro: no habrá un alivio inmediato, y la industria deberá navegar un cierre de año definido por la cautela, la adaptabilidad y una fuerte atención a los costos y la eficiencia operativa.
